Si bien no hay forma de predecir cómo reaccionará su hijo ante la muerte de uno de los padres, o cómo lo afectará esta pérdida, algunas circunstancias pueden aumentar la probabilidad de que un niño experimente depresión después de la muerte de uno de los padres. Los padres y familiares sobrevivientes pueden tomar medidas para asegurarse de que su hijo reciba el apoyo o el tratamiento que necesita para sanar.
Ayudarse a sí mismo ayuda a su hijo
La forma en que usted y otros cuidadores reaccionan ante la muerte afectará la forma en que reacciona su hijo. Como padre o cuidador, deberá abordar su propio dolor a través de apoyo o asesoramiento externo para el beneficio de toda la familia. Obtener el apoyo que necesita le mostrará a su hijo que la curación es importante.
Es probable que los padres y cuidadores que expresan y hablan de sus sentimientos tengan hijos que hagan lo mismo, mientras que las familias que ocultan sus emociones pueden enseñarle a un niño a avergonzarse de sus sentimientos. Mantener los sentimientos adentro es un comportamiento común entre las personas con depresión.
Cuéntele a las personas importantes en la vida de su hijo
Los esfuerzos de curación colaborativos le brindarán a su hijo el apoyo y el amor adicionales que necesita durante este momento difícil. El pediatra, los maestros y los padres de los amigos de su hijo necesitan saber sobre la muerte del padre. Llegar a aquellos que tienen contacto diario con su hijo aumentará el apoyo disponible.
Haga una cita con el pediatra de su hijo para analizar cómo se las arregla su hijo.
Apoyar a su hijo
El duelo es un proceso normal y, por lo general, no requiere medicamentos ni terapia. Sin embargo, es posible que inicialmente necesite pasar más tiempo con su hijo y asegurarle que no se irá.
Hablar con su hijo en un nivel apropiado para su edad y hacerle preguntas alentadoras proporciona un entorno de apoyo. Aquí hay algunas sugerencias más para apoyar a sus niños en edad preescolar y escolar durante el proceso de duelo:
- Responda cualquier pregunta que tengan con honestidad, pero trate de que sus respuestas sean simples y breves. También está bien decir que no sabe o que no tiene la respuesta en este momento.
- Evite el uso de eufemismos para la muerte, como «descansar» o «dormir para siempre», ya que esto puede confundir a un niño. En su lugar, explique que cuando alguien muere, su cuerpo deja de funcionar. Ya no pueden respirar, hablar, moverse, comer, etc.
- Refuerce el hecho de que la muerte es parte de la vida, no una forma de castigo.
- Comparta cualquier creencia religiosa o espiritual que tenga su familia sobre la muerte y el morir.
- Asegúrese de que el niño comprenda que no es su culpa y que no tiene la culpa.
- Ayúdelos a comprender que sus padres no van a «volver», incluso si son «buenos».
- Tenga cuidado al asociar la muerte con la enfermedad, ya que esto puede hacer que tengan miedo de sus propias enfermedades.
- Use libros y recursos en línea para ayudarlos a comprender la muerte.
- Anímelos a expresar sus emociones y sentimientos escribiendo o haciendo un dibujo.
- Explique qué esperar en los servicios conmemorativos y permita que su hijo decida si quiere asistir. Si su hijo decide asistir, pídale a un amigo o familiar de confianza que esté disponible en caso de que no pueda manejarlo y quiera irse temprano.
- Permita que los niños mayores y los adolescentes desempeñen un papel en la planificación del memorial si así lo desean; esto puede incluir reunir imágenes para exhibirlas o elegir un poema favorito o leer para el servicio conmemorativo.
- Anime a su hijo a pasar tiempo con amigos y participar en pasatiempos y actividades sociales; recuérdeles que divertirse está bien y eso no significa que no extrañe o ame a su padre fallecido.
- Hágales saber que llevará tiempo sentirse mejor y que es normal experimentar una variedad de emociones, como tristeza, enojo, culpa, vergüenza y ansiedad. Los adolescentes, en particular, pueden lidiar con la tristeza con muestras de ira o conductas de riesgo (como sexo sin protección o uso de sustancias).
- Recuérdeles a los niños cuánto los amaba el padre fallecido y haga todo lo posible para hablar sobre ellos, mostrarles fotos y compartir recuerdos.
Factores que pueden contribuir a la depresión
Si bien la pérdida de un padre o cuidador es traumática para cualquier niño, la probabilidad de que esto se convierta en depresión depende de cuatro factores, según un informe del Revista de psiquiatría estadounidense.
Los investigadores encontraron que los niños cuyos padres murieron por suicidio o un accidente tenían un mayor riesgo de depresión que los niños cuyos padres murieron después de desarrollar una enfermedad repentina y natural.Además, encontraron que los niños en las siguientes situaciones tenían más probabilidades de experimentar depresión dentro de los dos años posteriores a la pérdida en comparación con sus compañeros:
- Enfermedad de salud mental pasada, como la depresión.
- Sentimientos de responsabilidad por la muerte de los padres.
- Perdió a una madre
Si bien estos hallazgos sugieren que ciertas circunstancias que rodean la muerte de un padre pueden aumentar la probabilidad de depresión en algunos niños, es importante comprender que no todos los niños en estas circunstancias se deprimirán como resultado.
Cuando es más que tristeza
Es normal que un niño se sienta triste o asustado cuando muere uno de sus padres. Pero si su tristeza o miedo continúa durante un período prolongado, empeora o interfiere significativamente con su funcionamiento normal, es importante consultar al médico de su hijo para que lo evalúe. Busque atención inmediata si su hijo tiene pensamientos de suicidio o autolesión.
La identificación y el tratamiento tempranos de la depresión en los niños son importantes, ya que existe la posibilidad de consecuencias a corto y largo plazo, como baja autoestima, uso de sustancias y pensamientos y conductas suicidas.
Reconocer la depresión
Los niños que están deprimidos pueden sentirse desesperanzados, culpables, enojados o incomprendidos. Aquí hay algunos signos más a tener en cuenta:
- Cambios en los hábitos de sueño y apetito.
- Retiro de la familia, los amigos y los pasatiempos que solían disfrutar
- Una caída significativa en el rendimiento escolar.
- Evitar la escuela o las actividades sociales.
- Molestias físicas vagas e inexplicables, como dolor de cabeza o dolor de estómago
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones
No puede evitar la pérdida de su hijo, pero puede apoyarlo durante este momento difícil permitiéndole pasar el duelo y creando un ambiente seguro y amoroso. Parte de ese apoyo es reconocer cuándo su hijo se ha deprimido y buscar tratamiento para ayudarlo a sanar.